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Hecho a medida



La ropa a medida es un bien en escasez. Ya sea porque no estamos acostumbrados a esta idea o sí lo estamos pero no encontramos quién lo haga, el pensar en crear una prenda desde cero tomando la forma exacta de nuestro cuerpo y las elecciones personales de color, trama y corte es algo que carece de masividad. Quizás por ello es que lo catalogamos de exclusivo y hasta puede pasar que sintamos que se trata de algo inalcanzable. 

Nosotras de compras significa conformarnos con los tres talles del mercado (¡y cruzá los dedos para que lo que dice M no sea un S según la cabeza del diseñador!) y con los colores disponibles (¿cuántas veces quisimos algo pero el color no nos convencía?). Ni hablemos de detalles: botones que no nos gustan, largo de las mangas o de la prenda en sí, tipo de escote y así por infinito.
Ante este panorama es lógico que si tenemos la chance de viajar al exterior alucinemos al ver que los tres talles redundantes de Argentina están acompañados por muchos otros; que los pantalones, por ejemplo, se miden tanto por cintura como por largo de pierna; que probablemente una misma prenda venga en variedad de colores y estilos. Pero eso no es algo que acá suceda y nuevamente caemos en el dilema de perecer ante el mandato general del mercado o seguir usando lo que ya tenemos que nos gusta y nos sienta bien.

En mi adolescencia, más bien en los últimos años de niñez, las mujeres acostumbraban a tener su modista. Mi Mamá varias veces mandó a hacerse polleras y sacos, feliz por la idea de elegir todos los detalles y luego ver la idea hecha realidad en forma de prenda. Eso me parecía muy sofisticado aunque para la época era tan común como ir al shopping. 
Actualmente es Diego quien se manda a hacer trajes o camisas y también lo miro admirada por como lleva adelante el proceso de materialización de su idea, observando las costuras, los botones, el entalle o el cuello y los puños, en el caso de las camisas. 

Hace poco, en el post que comparaba las compras en Av. Avellaneda con las de María Cher en el shopping ("Contrastes"), una de ustedes comentaba que estaba contenta por haber encontrado modista y planificar sus prendas junto a ella. Ansiosa le pedí los datos de la señora pero la respuesta fue una lágrima: está en Mendoza :(

Nunca me hice nada a medida hasta hace unas semanas. Florencia Llompart, diseñadora de prendas tejidas para todo el año, hace rato que invita a que sus clientas customicen modelos de su colección y los acomoden a sus gustos particulares. Quizás te gusta mucho un sweater pero no te convence ni la combinación de colores ni el largo; o querés agregarle algo o sacarle algo. Y mucho mejor aún: tenés una idea propia y querés llevarla a la realidad. 
Florencia se encargaba de todo esto y vos pagabas un 10% más de lo que la prenda original costaba.
Ahora el servicio se abre al público. Con esta carencia de formas, talles, colores e ideas originales, acá está la oportunidad de elegir qué queremos lucir y quedar conformes con ello.

Haciendo click acá van directo a la web para conocer más de este proceso. ¿Sos del interior? No te preocupes que por mail también se puede realizar.

Veamos con algunos ejemplos de la nueva colección de Florencia Llompart cómo podrían ser modificados según nuestro gusto (bueno, en este caso, según el mío, pero seguro se harán la idea):

Te encanta este poncho pero te gustaría más largo o con los flecos de color negro porque te parece que va a combinar más

¿Por qué arremangarlo? Mejor si lo pedimos con mangas 3/4 y un poco más corto

Divina esta chaqueta aunque podría quedar genial si combinara dos colores, no?

Amé el largo de este saco y su caída pero ¿y si lo pido de un sólo color? O por el contrario: me encanta la mezcla de colores pero por mi estilo debería ser mucho más corto, como una chaquetita.

La moda del poncho llegó para quedarse: ¿en cuántos colores lo podemos imaginar?, ¿y un poco más grueso para el otoño?

¿Qué tal sin la espalda no tiene estampa?

Un poncho corto que bien podría ser largo

Jugando con estas propuestas comencé a pensar qué quería y caí en lo obvio: un comodín. A veces es tan difícil encontrar una prenda básica, nítida, ni casual ni elegante... válida para cualquier ocasión. Me reuní con Florencia, tomó mis medidas, charlamos de mis gustos, toqué tejidos, observé tramas, modifiqué escotes, sumé detalle en las mangas y las pedí largas para poder usarlo todo el año. Así diseñé con ella un sweater perfecto para mi rutina que en verano se lleva sobre la piel y en invierno admite camisas.

Simple e ideal. Probablemente les guste o quizás no pero lo que importa resaltar es que está hecho según todas las ideas que tenia en mi cabeza. Además tiene mi forma lo cual lo hace perfecto por la única razón de que no estamos acostumbradas a llevar prendas que se vinculen de forma exacta con nuestro cuerpo.

Elegí una espalda con dos tramas

Así lo imagino en otoño

¿Qué opinan de este servicio?, ¿no sería espectacular que todas las marcas lo ofrezcan? Además de esta manera se crearía un vínculo con el diseñador y se solidificaría la relación con la etiqueta, algo bastante complicado de lograr hoy en día cuando parece que los diseñadores crean prendas para mujeres que no existen. 

Leo sus comentarios mientras pienso cómo soportar la jornada de hoy con este calor intenso. 
Sale danza de la lluvia en breves.
¡Buen lunes! ☼

El sweater de media estación

Este clima es un caos, ¿no les parece? Ya sé que estamos más que acostumbradas al entretiempo pero siempre presenta algún problema (conocido o no). Me encanta despertarme y acostarme con una temperatura de 10° en promedio pero durante el día no sé cómo elegir la ropa y me debato entre el abrigo y el saquito de lana.  Aún quiero usar abrigos aunque me queda claro que debería ir pensando en archivarlos hasta el próximo invierno y darle lugar al blazer, prenda tan versátil y útil durante la media estación. En este contexto, sigo usando sweaters pero los prefiero más livianos. Los combino con camisas o los dejo andar solos por la vida ya que no me animo aún al look 100% primaveral (que sería sólo la camisa o pasar sin escalas a la remera).

El viernes salí de casa con una camisa blanca larga y encima un sweater negro más corto, de corte cuadrado y grueso. Lo compré en Portsaid hace unos meses y fue una gran inversión ya que hasta hoy le he dado muchos usos. Como sea, salí con esa combinación pero durante la tarde sentí calor y era claro que el sweater molestaba (arriba llevaba abrigo, ¡imagínense!). En lugar de ir por el camino más sencillo que era sacarme el sweater, aproveché un ratito libre entre la oficina y el encuentro con Diego y amigos, y me fui a ver qué ofrecían las marcas en materia de sweaters livianos. Pasé por Yagmour, Portsaid y VER sólo porque me quedaban casi en la misma cuadra y no tenía demasiado tiempo de paseo. 

La primera impresión que tuve es que en los locales se habla VERANO. Hay algunos saquitos de hilo que acompañarían perfectamente a la media estación pero el resto de las prendas parecen pensadas para pleno enero. Es algo que no entiendo ya que, si bien el invierno es cada vez más corto y el verano cada vez más intenso, aún tenemos períodos considerables de entretiempo climático. Mis pensamientos en ese momento se resumen a tres:

Hoy no puedo ir a la oficina con blazer de lino: a la tarde/noche me da frío. 
Geniales las bermudas, re cancheras... ¡para diciembre!
¡Qué linda variedad de musculosas! Las agendo para Navidad.

El viernes no dejé de preguntarme por qué no se piensan las colecciones en función de la realidad, del uso concreto que le daremos, de las mujeres que luciremos esas prendas. Me espanto, por ejemplo, con la cantidad de gladiadoras que veo en las vidrieras de zapatos: ¿quién las va a usar?, ¿acaso no sería más rentable/inteligente pensar un zapato en función de contexto en el que se usará o del tipo de mujer que lo comprará?

En fin, entre preguntas al aire y respuestas sin sonido, finalmente salí de mi problema comprando un sweater liviano en VER cuyo precio me asustó un poco ($800) pero ya estaba harte de mirar y no encontrar y, como les dije más arriba, el tiempo era escaso y tenía un compromiso sobre la hora.

El talle es S pero queda grande así que estimo lo pensaron suelto. El detalle en el cuello no termina de convencerme aunque es femenino. 

Ni Portsaid ni Yagmour tenían un sweater similar, sólo saquitos. En las tres marcas, en general, la ropa no decía mucho pero quizás lo vi así porque iba con una idea fija en la cabeza. Eso sí: me vuelven loca los percheros de VER abarrotados de prendas, arrugadas y apretadas. Hay tanto para ver que te dan ganas de salir corriendo. 

Hablando de sweaters livianos, estoy contenta porque mañana me voy a encontrar con el que diseñé junto a Florencia Llompart hace unos días. Elegí el corte, los materiales y color según su colección de Primavera/Verano y ella se encargó de tomar mis medidas y terminar con todos los detalles. Es un servicio que siempre le ofreció a sus clientas pero que no lo difundía. Ahora lo hace y es genial porque podés customizar una prenda de su colección a tu gusto o crear una de cero junto a ella, teniendo en cuenta los modelos que la marca suele tener. Bajo el hashtag #ComoSeHaceMiPrenda van a poder ver los diseños que hicimos junto a @tendenciera y @blocdemoda y ojalá tentarse para crear uno propio y no andar dando vueltas por todos los locales cercanos. Luego les cuento cómo quedó el mío ♥

Termino este post aún en pijama -aunque bañada- y pensando qué voy usar hoy mientras veo que el sol está peleando con las nubes y que la humedad se está colando por un costado sin que la vean.
¿Cómo lidian con la media estación?

¡Lunes feliz para todos! ☼